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lunes, 2 de abril de 2012

Padres sin autoridad

CARMEN FERRERAS
 Si los padres no pueden corregir de una forma moderada y razonable a sus hijos, más vale que no los tengan. Los padres españoles no pueden seguir perdiendo autoridad sobre sus hijos a favor de los poderes públicos. Se está llegando a extremos francamente insoportables para los progenitores que ven mermadas sus razonables y moderadas atribuciones. No se puede, sin más argumentos que la denuncia de una hija enrabietada, detener a un padre y, automáticamente, quitarle la patria potestad.


Tenemos como ejemplo nada ejemplificante el caso de la detención del padre de una menor en Úbeda por castigarla a no salir. Los derechos y los deberes de los padres nunca han estado tan cuestionados como en los últimos tiempos. Me parece extraordinario que a lo largo de estos años se haya tratado de tapar cualquier resquicio por el que pudiera colarse la violencia sobre los menores. Servidora ha denunciado en infinidad de ocasiones la violencia que se ejerce sobre el colectivo silencioso de los menores, cuántos de ellos bebés. Pero de ahí privar de la autoridad a los padres cuando se trata de adolescentes y puede haber otros agravantes, como el consumo de estupefacientes, media un abismo.


Los padres son quienes tienen que decidir las normas de convivencia, normas que son imprescindibles y que los hijos deben cumplir. Los padres son quienes tienen que imponer su criterio, son quienes tienen que marcar las directrices a seguir y de no obedecerlas, ¿por qué no se va a producir un castigo? El Estado no puede intervenir a la primera de cambio. El Estado está ahí para solucionar casos extremos como por ejemplo el abandono o el maltrato del menor. En casos tales, sí debe actuar con premura y rigor. De no producirse ese tipo de situaciones debe dejar que cada familia elija sus normas. Así ha sido siempre y nunca se habían producido situaciones tan bochornosas como esta última que ha generado un inusitado revuelo mediático.

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